Sento Forment i Romero pintor y escultor valenciano.

Profesor en la Esuela de Arte y Superior de Diseño en Valencia.

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Vicent Forment i Romero. Pintor y escultor valenciano Invierno de 1986/87 Técnica: óleo sobre contrachapado Dimensiones: (100 X 100) x 180 cm

ADN EN FORMACIÓN

Ocurre en este cuadro como a mí mismo cuando alguna vez salgo a bailar: de repente me siento muy estimulado con la música y me lanzo al contoneo, dejo que los ritmos me absorban y las síncopas me sorprendan, cambio la dicción, pico con la punta del pié derecho y taloneo con el pié izquierdo, amago un movimiento de salida con el brazo, lo corto y lo comunico a la pelvis y de repente zas... me siento ridículo, me paro en seco, me voy a la barra y me pido un coñac. Están fuertemente influidos por una idea que obsesionaba al autor: que vagamos en el dominio de la naturaleza con el único fin de perpetuarnos, de reproducimos ciegamente. Ciegamente, sí. y nos ciega esa luz misteriosa que nos cierra los ojos cuando copulamos. como cuando un vivo le cierra los párpados a un muerto, para que no moleste su mirada. Precisamente, hasta el que mantiene los ojos abiertos en la cúspide del orgasmo, lo poco que consigue es mirar al infinito bobaliconamente con cara de alienado y restar placer a su placer. Penetrar a una mujer y vaciarse en ella es, desde el punto de vista existencial, del sentido, del ser, la cosa más tonta de cuantas lucen bajo el sol; pero más tonto y trágico es pensar que venturarse una mujer es una cosa tonta. La naturaleza, ya lo dice la Biblia, nos ha traído al mundo para multi­plicarmos y, como omite la Biblia. nos dejarnos seducir por el placer que trae en cartera eso de multiplicamos. Como los caballos, cada vez que hacemos un hijo hemos pensado primero en el azucarillo. Pero no es ésta la única suerte que nos ha preparado la naturaleza. nos ha ido señalando para que todas nuestras actividades mejoren y faciliten esta tarea secular. Así, no comemos para nosotros, comemos para la especie; comemos para existir. por que sólo existiendo siguen habiendo posibilidades de reproducción. No construimos el bienestar para gozarlo, sino para persistir con más ventajas, para cuidar mejor esa máquina cuyo único fin es perpetuarse. Dígaseme si no ¿qué sentido tiene gozar si no dura? ¿de qué sirve vivir si al final se muere? Se pasa uno la vida sospechando (sabiendo) que una mano negra nos va estrujar como la vaca a la hierba ¿No es inútil vivir? Desde el punto de vista del afectado está claro que sí, aunque tal conclusión no tiene por que significar poner fin a la propia vida, como piensan algunos apresuradamente. Pero eso no importa aquí. Desde el punto de vista de la especie. para la cual sólo somos un guisado de ternera, un plátano o un higo, no, no es inútil vivir. La especie nos devora. nos digiere y nos expulsa de ningún paraíso. La especie sobrevive, nosotros no. Pero nadie vaya a pensar que la especie tiene sentido. Eso es como pensar que los caballos tienen sentido. que buscan su realización personal. ¿Tienen acaso sentido las honnigas? No, está claro. Sin embargo la naturaleza no las ha dotado de sentido trágico de la vida, la mayoría ni siquiera tienen que copular, ellas a su trabajo, impasibles, constantes, flemáticas. ¿Tenía sentido la primera célula, aquella que multiplicándose y mutándose consiguió hijos altamente especializados para sobrevivir? No tiene otro sentido que ese, sobrevivir mejor. Vayamos más lejos, ¿tiene sentido el universo? Si tiene sentido, lo que está claro es que nosotros no le somos imprescindibles. Igual que nosotros podemos apisonar un hormiguero y continuar viviendo sin graves problemas de conciencia el universo puede hacer lo mismo, no sólo con nuestro planeta, sino también con nuestra galaxia. Ya lo esta haciendo con otras. PROCESO Tomé como punto de partida la configuración del ADN (la doble hélice) para construir una imagen que proporcionase una relación directa con el torbellino de la creación de seres encadenados a la herencia biológica. No elegí la curva helicoidal por casualidad. Desde que vi en un libro la "CURVA DE LA BELLEZA", la espiral en disminución... Cito textualmente: "La 'línea de la belleza' de Hogarth simboliza el ideal. Se la ha considerado erróneamente como una sinusoide, pero en realidad se trata de una línea inscrita en un cono. A medida que avanza en una espiral infinita, cada parte es distinta de la anterior y, no obstante, mantiene una completa unidad con ella. Por consiguiente, la línea posee unidad absoluta y variedad absoluta" (GUILLAM SCOTT, RIBERT; Fundamentos del diseño; Buenos Aires, 1.974). Decía que la vi y la reconocí e n la naturaleza, en los caracoles, en el remolino de un desagüe y sobre todo y de forma más asombrosa (aunque desde luego no es la misma curva, pero sí son secuencias helicoidales nunca iguales) en la estructura del ADN. Quedé prendado como un científico que intuye alguna ley de la gravedad. Sabe que está ahí pero aún no puede definirla. Dibujé la curva en un papel e inventé un mundo, un mundo vivo pero retenido en una instantánea: un hombre y una mujer se casan y la ceremonia es mecánica. Danzan sin querer como si respiraran. y su danza es una parada nupcial en la que se alternan la ilusión de lo seductor y el desengaño de la realidad y la coreografía es una hélice sin fin. La doble hélice no bastaba. yo quería la anulación del individuo. porque el individuo tiene sentido, es único y en una colección lo único sirve por sus diferencias, por sus desviaciones, sus cualidades. Pero era reacio a hacer dos cosas iguales (también sabía que no lo iba a conseguir) ¿Pintar dos imágenes especulares sin que se supiera cuál era el espejo de cuál? No. Pensé que era mejor representar dos imágenes semejantes, gemelas no iguales, y además darles hijos (fotografías en color, fotocopias de fotografías en color, fotocopias en blanco y negro de fotografías en color, fotocopias de fotocopias en blanco y negro de fotografías en color, etc. etc: se puede llegar al "non finito”, pero es abusar). Quería algo así como progéneres perdidos en la masa de la historia genética. Quise también que estuviera presente y explicado su origen, y por ello pinté un barro multicolor, en unos sitios antes y en otros no. Poco a poco fui eligiendo las partes que quería eróticas, las partes banales, las partes truculentas, las partes inacabadas. Siempre teniendo mucho cuidado, como ya se ha dicho antes, en contradecir la simetría especular. Un cuadro perfectamente simétrico va contra mi visión de la vida, es demasiado puro. demasiado matemático. Siempre he encontrado imperfección en la vida, accidentes. Yo quería hacer un cuadro en el que se dijera por qué un hombre y una mujer hacen el amor: pero también quería que se viera qué cosas hacen el amor. Y también ¿de dónde salen esas cosas?; para concluir, una pregunta ¿qué sentido tiene hacer el amor?; ¿lo hago porque quiero o porque no puedo dejar de quererlo? Pasé a las tablas el dibujo de papel por el procedimiento del estarcido, en una por el derecho y en la otra por el revés, repasé las formas generales con un pincel fino ungiendo en blanco. Todo blanco al principio para que los siguientes colores lucieran bien. que la tabla estaba cruda. Las fuentes de luz son tres si se observa el díptico reunido y dos, en cada mitad si se observa por separado. Una. la central está representada en el conjunto como una luminiscencia blanca de forma lanceolada, las otras dos, exteriores, entran en inglete en el mismo sentido que tendría el eje de un cono que pasara por los esternones de los hombres hacia el de las mujeres. Estaban pensados para contemplarlos por separado, uno en ausencia del otro. Pero he terminado por darme cuenta de que no es necesario ni que estén juntos ni que estén separados; y sus hijos. ¿quién sabe su destino?.